viernes, 18 de abril de 2008

Criterios de excelencia en el masaje

Como toda actividad profesional, los masajes pueden encuadrarse dentro de standards de calificación indicativos de una mediocre, buena o excelente sesión.
En general el público consumidor recurre a una evaluación intuitiva, y formada por la experiencia, de ir probando técnicas y manos diferentes.
En este breve comentario daremos pautas claras de como evaluar un masaje.
En primer lugar debemos saber que cada masaje tiene fines específicos, y estos fines se pueden lograr por medio de manipulaciones y maniobras dentro de técnicas muy diferentes. Esta diferencia también se percibe en los efectos secundarios y en las sensaciones que producen.
En la sesión de masaje, para lograr el fin principal con eficacia se pueden seguir técnicas también alternativas, por ejemplo lograr relajación y ablandamiento muscular, a través del masaje sueco o por tuei-na, los cuales tienen muy poco en común.
Entre las opciones posibles para lograr un mismo fin, la elección se orienta por gusto de quien recibe el masaje y mayormente por la técnica que domina el profesional.
El ofrecimiento en variedad de opciones es un plus valor del profesional consultado, así como la precisión de las maniobras que un especialista ejercita en una técnica específica.
En todos los casos la sesión comienza por saber que tipo de masaje recibiremos en función de nuestros objetivos.
En segundo lugar, las técnicas difieren en sus contraindicaciones y el masajista debe saber cuáles son éstas y transmitirlo al cliente. (véase mi blog sobre este tema)
Cuando los objetivos del cliente son claros, hay que explicar que efectos y sensaciones produce cada técnica ofrecida, a fin de que él mismo elija que masaje desea recibir con los matices que cada uno ofrece dentro de su eficacia terapéutica.
Por ejemplo, para la tensión de espalda y hombros hay masajes que producen más movilización circulatoria, otros que defibrosan profundamente pero producen dolor, otros que ayudan al desahogo emocional, otros que relajan aún en el estado de máxima tensión pero no descontracturan, etc.
En tercer lugar es muy importante conocer sobre la vida y situación existencial de la persona, su historial fisiológico, su estado de ánimo, sus necesidades afectivas y hasta su satisfacción sexual, para un masajista avezado todos estos datos son un tesoro para modular la sesión.
Las sensaciones y sugestiones inducidas dentro del masaje son también un elemento de gran valor para el cliente, y es necesario consultarle que tipo de sensación desea generar tanto como su estado de salud al detalle.
La secuencia dentro de las maniobras también importa sobremanera. Ella por sí misma produce un efecto sobre el sistema nervioso, por ejemplo no son iguales las respuestas corporales al empezar por los pies que por la cabeza, o boca arriba o abajo.
También las actividades que el cliente realiza rodeando la sesión influyen enormemente en las cualidades que debe tener el masaje. Esto se observa bien en los masajes deportivos, en el caso del predeportivo se estimulan los reflejos y la concentración, en cambio en el postdeportivo se priorizan la distensión y los efectos reparadores siendo viable la somnolencia. En el masaje descontracturante es contraindicada la actividad física moderada o intensa luego de la sesión y no son convenientes reuniones de alta concentración, negociaciones o decisiones claves.
Los productos aplicados sobre la piel son un valuarte del saber masoterápico. Como mínimo el cliente debe ser consultado sobre su historia alergénica, y el masajista utilizar aceites, cremas y ungüentos de calidad probada en las dosis adecuadas y dentro del rango de vida útil de sus principios activos.
En cuanto a la relación personal, es muy importante el feedback, la discreción, el respeto y la flexibilidad para tratar situaciones íntimas de las personas. No olvidemos que en la sesión de masaje las personas están muy próximas, en situación de vulnerabilidad y confidencia continuas, y en muchos casos ocurren confesiones, desahogos, transferencias y catarsis.
Por todos estos puntos, la profesión de masajista es sumamente compleja y requiere una capacitación que hoy en día no esta disponible con la seriedad y profundidad debidas. El masajista requiere un entrenamiento dentro de ciencias de la salud médicas como en psicología social, tanto para ser efectivo como prevenir y derivar a los profesionales adecuados.
Actualmente en Argentina la excelencia vocacional se logra en forma autodidacta.

No hay comentarios: