viernes, 18 de abril de 2008

Fundamentos y Calidad en el masaje

El masaje tiene su origen en una necesidad biológica de nuestra especie: el contacto corporal y el reconocimiento entre miembros de la comunidad humana.
Esta necesidad básica se halla en todos los seres sociales, desde los primates a los cánidos, y es la que origina la creación de los identidades individuales.
La socialización humana ocurre en el reconocimiento corporal del bebé como par humano legítimo por su madre y luego como miembro legítimo del grupo primario, haciéndose traslativo a través de los juegos al resto de los miembros de la comunidad donde el niño crece.
Todos los bloqueos al contacto corporal que apenas cuestionamos en nuestra cultura, dejan huellas de insatisfacción y negación de la condición social originaria que cristalizan en tensiones físicas y deformaciones psicológicas en el adulto. Estas alteraciones problematizan luego las relaciones interpersonales y quedan sistematizadas en collages de cultura antihumana.
Más allá de sus variantes específicas, el denominador común de todo tipo de masaje es generar estímulos y movilizaciones fisiológicas con feedback entre el cuerpo del receptor y quien realiza el masaje, y ello conlleva cambios en el juego social entre las dos personas que se traducen también en estímulos y movilizaciones psicológicas.
Por ello no llamamos masaje a lo que realizaría una máquina, pues carece del feedback que proporciona un humano sensible a la dimensión social.


Calidad en el masaje

El masaje es, antes que cualquier otra cosa, una interacción social.
Para ser de calidad debe ser satisfactoria para las personas intervinientes, el receptor y el/los masajistas.
Si comenzamos por el masajista, debemos poseer idoneidad en conocimiento y en la aplicación de manipulaciones probadas, debemos conservar la higiene en nuestra persona, útiles y consultorio, utilizar cremas, aceites y otros productos de calidad, y ser sensibles al feedback, esto es haber elegido esta profesión vocacionalmente.
Por su lado el receptor debe presentarse aseado o pedir hacerlo justo antes del masaje, ser claro y auténtico en sus necesidades y en los problemas de salud que porta, y ajustarse con respeto al lugar y persona del masajista. Además de ello, reconocer económicamente el esfuerzo que conlleva la sesión.
Y ambos deben mantener la discrecionalidad de la sesión con promesa de reserva y confidencialidad de los datos personales que surjan en la misma.



En el campo profesional, la experiencia y la variedad de técnicas en contextos personales diferentes proveen calidad de atención intrínseca.
Los masajistas debemos dominar la complejidad de nuestro arte, un arte que modela sobre materia humana, que no es masa, sino una fina red de estructuras y órganos vulnerables, sensibles, integrados a la complejidad social de nuestra vida cotidiana, que llevan cargas por los anhelos, frustraciones, sueños y sentimientos.
Jamás un cuerpo debe ser subordinado a recibir tal o cual técnica, sino que la mano debe ajustarse centímetro a centímetro a lo que el cuerpo va comunicándonos.Partiendo al menos de estas consideraciones básicas recién podemos empezar a hablar de calidad en el masaje, y en ello todos debemos educarnos, tanto quienes damos como quienes recibimos este noble intercambio.

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