lunes, 11 de agosto de 2008

Masajes y sesiones neotántricos

Son masajes sensitivos con un fin de espiritualización de la vivencia, y para ello se entrena la percepción de la energía corporal y junto a ella la expansión de la conciencia. El marco explicativo de un encuentro neotantrico se expresa en términos del Shivaísmo tántrico de Cachemira, formado en el siglo IX y con plenitud en el siglo XI de nuestra era, si bien los rituales no se realizan por la complejidad devocional que requieren y la necesidad de iniciaciones discípulo-maestro para las cuales carecemos de motivación y mucho más de formación, y es arrogante resumir o comprender en dos horas el entrenamiento vivencial de los yoguis.
La espiritualización sensual que comenzamos a explorar en la sesión, se halla en los marcos de la unidad fundamental del universo que enseñan los escritos védicos y todas las corrientes de yoga, pero siendo occidentales e identificados con nuestros patrones culturales, se hace imposible proponer una adscripción del participante y del entrenador tal que la cosmovisión shivaíta y el mundo ritual devocional cobren realidad sustancial.
En Europa, EEUU, etc el tantra se ha reformulado: El neotantrismo toma parcialmente las prácticas y las resignifica de un modo occidental, alejándose de los paradigmas hinduista o budista, y rodeándonos de sacro respeto por el cuerpo y el presente del otro, exploramos la sensualidad en sus múltiples formas, sin invocar las deidades patronímicas. Dado mi horizonte cultural rioplatense, el neotantra es mi posibilidad actual, pretender hacer una sesión de tantra estrictamente me parecería forzarse sin resultados.
En el masaje llamado tántrico (propiamente neotántrico) exploramos todas las zonas corporales incluyendo las erógenas, y nos facilitamos la concentración de la conciencia en las sensaciones, la energía, con una actitud fenoménica y contemplativa. Hacemos indicaciones de respiración sobre todo diafragmática amplia, suave y lenta. Y a veces se adorna y perfuma el espacio circundante para crear una atmósfera mística.
Este masaje y contactos compartidos generan gran placer y reencuentro personal entre las personas participantes, se de a dos o en grupos pequeños. Es un momento de comunión, igualdad, desnudez y placer conjuntos, libre de prejuicios y atentos a la legitimación y aceptación auténtica del otro como ser sensual valioso en un espacio íntimo, lleno de sensibilidad y contemplación.
El gradiente de estimulación va desde el trabajo con la respiración y suaves roces hasta el contacto más sensual y genital. En estos casos la formalidad se desarrolla en un marco de desarrollo de la sexualidad, y ella es tomada como trampolín para la espiritualidad plena personal y la integración de la vivencia en toda su expresividad.

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